La inteligencia es una forma
primaria para resolver los problemas de la vida, de los más sencillos a los más
complejos. Se puede definir a la inteligencia como una capacidad mental muy
general que, entre otras cosas, implica la capacidad para razonar, planear,
resolver problemas, desarrollar el pensamiento abstracto, comprender ideas complejas,
aprender con rapidez y aprender de la experiencia.
Lo que busca un paciente en los
profesionales de la salud es “Resolver su problema médico”. La tarea del médico
es identificar la enfermedad o trastorno particular que causa los signos y síntomas
a esto se le conoce como diagnóstico diferencial.
La gran mayoría de las enfermedades carece de un conjunto necesario y suficiente
de signos y síntomas con el cual pueda hacerse un diagnóstico clínico confiable.
Por desgracia no hay un subgrupo particular de signos y síntomas con los cuales
pueda establecerse el diagnóstico clínico confiable de la enfermedad.
Una situación adicional que hace del
diagnóstico diferencial una tarea difícil y compleja es el hecho de que los
pacientes puedan desarrollar signos y síntomas compartidos por dos o más
enfermedades.
El diagnóstico diferencial es un
proceso de toma de decisiones y juicios basados en alternativas probables o
improbables más que en certezas o criterios bien definidos.
Robert Gagné, un psicólogo de la educación,
sugiere que los seres humanos tienen cinco capacidades intelectuales básicas.
Son la capacidad para desarrollar las bases del conocimiento mediante la adquisición
de información; la capacidad para realizar varias habilidades intelectuales generalizables;
la capacidad para construir y ejecutar estrategias cognitivas; la capacidad
para aplicar habilidades psicomotoras; y la capacidad para desarrollar
actitudes.
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